Hay milagros que no son suficientes

Se trataba de un buen hombre, un judío muy piadoso, organizado y meticuloso. Era apegado a sus tradiciones. A su hijo, siguiendo la costumbre hebrea, le pedía que siempre llevara sobre su cabeza el kipá, un pequeño sombrero que se centra sobre el remolino.

Un día, al llegar a su casa, encontró muerto a su amado hijo. Desesperado por el dolor y el desconsuelo al ver el cuerpo sin vida del muchacho, quien aún vestía el sombrerito, lo tomó entre sus brazos y corrió a una playa. Empezó a orar, arrodillado, con la frente hacia el sol de colores ocres y amarillos, que, en un imponente atardecer, parecía sumergirse en el océano:

– Dios, mi Señor -imploraba desde su corazón-, devuélveme la vida de mi hijo. Yo he sido un buen hombre, te he servido toda mi vida.

– Señor -continuaba con intensidad, sujetando el niño sin vida entre sus brazos-, estoy dispuesto a hacer lo que sea para recuperar a mi hijo. Te ruego no me despojes de él.

En ese instante, el firmamento se tornó púrpura, las nubes se abrieron vislumbrando un cielo claro, el mar de repente se agitó y una fuerza misteriosa le arrebató al niño de sus brazos. En un santiamén reapareció, frente a él, el niño vivo, pleno de salud y sonriente. El hombre, feliz, abrazó al muchacho, lo miró de arriba a abajo y dirigiéndose al cielo, dijo en tono de ruego:

– Dios, mi Señor, muchas gracias, pero… ¿podrías también devolverme el sombrerito de mi hijo?

Decir adiós, es cerrar y abrir una nueva etapa de nuestra vida… y volar tan alto, ser libres de esas cadenas que nos hacen prisioneros. .. recordar con cariño lo hermosamente vivido y olvidar lo que nos hizo sufrir…

A mi paso por la vida, he tenido la necesidad de decir adiós a una serie de personas y situaciones que en su momento tenían que apartarse de mi… es una palabra difícil de pronunciar pero necesaria. Mueren las costumbres, las rutinas, dejando un vacío en nuestra existencia, cabeza y corazón… pero ese vacío es el que me permite seguir viviendo, aprendiendo y madurando…

Cada día de mi existencia me gusta releer mi historia y asumir los adioses que han cerrado capítulos y abierto espacios en mí vida. En ocasiones es necesario e indispensable aprender a decir adiós…

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