Al preguntar a un jovencito que había disparado y matado a cuatros niños, por qué lo había hecho, contestó: «Siempre había querido saber lo que se siente al matar a alguien.»
El jurado ante el cual fue juzgado, decidió que estaba «poseído de condiciones mentales que podían afectar su responsabilidad criminal». Pero uno de los miembros del jurado, no estando de acuerdo con esta opinión, declaró que el muchacho de cualquier manera era personalmente responsable de su crimen.
Hay en nuestros días una tendencia cada vez mayor a evadir la realidad, a culpar por nuestros defectos a cualquiera y a todas las cosas, excepto a nuestro propia y personal elección, a nuestra propia responsabilidad y libre albedrío.
Cuando una persona ofrece continuamente excusas por sus propios delitos, llegan a emborracharse en su propio raciocinio. Es mucho más practico ser honrado y enfrentarse con la realidad. Siguiendo esta práctica se evitan muchas dificultades futuras.