Luis IX, rey de Francia, estaba trabajando arduamente en su despacho, cuando el mayordomo llegó, y le dijo:
– ¡Majestad, ven pronto, por favor! En la capilla del palacio, sobre el altar, se apareció Jesús; todos le están viendo.
Sin emocionarse, el rey contestó:
– Yo siempre he creído que Jesús está presente en la Eucaristía; ninguna necesidad tengo de verle con los ojos.