Hace poco conducía mi auto y, al llegar a una intersección, un auto que iba adelante tuvo que frenar de pronto pues otro auto no hizo del todo el alto. El del primer auto empezó a sonar la bocina del auto y a gritar por la ventana; cuando el conductor del segundo auto bajó la ventanilla, resultó que al parecer eran amigos, y todo terminó en risas y algunos gestos.
Me puse a pensar entonces cuán diferente sería el mundo si viéramos a los demás no sólo como amigos, sino como hermanos. Si en vez de gritar habláramos o si en vez de ser indiferentes perdonáramos.
¿Acaso no somos hermanos todos?
Que en esta semana que inicia Dios nos regale el don de ver a todos como hijos del mismo Dios, donde todos somos iguales y tenemos el precio invaluable de la Sangre de Cristo.
Arturo Quirós Lépiz
Pepe:
Considero que este artículo debe de estar en la maratón de Blog Guatemala, lo podrás ver en fecha 16/08/2007.
Saludos
Gracias por la mención, me alegro mucho que te haya gustado el texto.