El ayuno tiene como objetivo vaciar nuestro corazón para llenarlo de algo más valioso. Es una necesaria limpieza del alma para atener la grandeza para la que Dios nos ha creado.
Ayuna de juzgar a otros; llénate de todo lo bueno que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases sanadoras.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de esperanza Cristiana.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte; llénate de aprecio por la vida.
Ayuna de las presiones; llénate de oración.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de darte importancia a ti mismo; llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad sobre tus cosas; comprométete en la propagación del Reino.
Ayuna de desaliento; llénate del entusiasmo de la fe.
Ayuna de pensamientos mundanos; llénate de las verdades que fundamentan la santidad.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo que a Él te acerque.
Ayuna de palabras; llénate de silencio y de escuchar a otros.
Ayuna de egoísmo; llénate haciendo algo por los demás.
Ayuna de caprichos inútiles y de gastos superfluos; llénate del tesoro de vivir más feliz con menos.
Ayuna de falta de perdón; llénate de actitudes de reconciliació n.
Ayuna de tristeza; llénate de la alegría de creer.