¡Ilumina tu semblante!

Aviva tu amor a Dios, fuente del más puro amor, y, de manera natural, se iluminará tu rostro con una sonrisa alegre. Y sentirás que aceptas a tu prójimo.

La bondad de tu corazón, nacida del amor auténtico, purifica tu corazón y humaniza tus conductas. Si amas a los demás y lo expresas con actos de acogida y servicio, sanas tus tensiones debilitadotas, al desterrar de tu corazón: la antipatía, las discriminaciones, y todas las actitudes antisociales.

Sonríe con afecto a tus relacionados para que les ilumines el camino de la felicidad.

Desvanece, con tu sonrisa afable, la severidad de los que están angustiados.

Del libro «366 Maravillosas Motivaciones», de Tiberio López Fernández

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