¿Es posible entender a Dios?

Caminando un día por la calle, un hombre observó una bandada de hambrientos gorriones que se banqueteaban con unos granos derramados. El hombre observó que con cada paso que daba aumentaba la inquietud de las aves. Cuando estaba a punto de llegar a ellas, levantaron de pronto el vuelo.

El hombre se detuvo a meditar en lo sucedido. ¿Qué había impulsado a los pajarillos a dispersarse cuando él no abrigaba la menor intención de hacerles daño? Entonces reparó en su tamaño, descomunal para ellos.

Se preguntó asimismo cómo podría pasar entre los pájaros sin asustarlos con su tamaño. La única forma sería hacerse gorrión y mezclarse con ellos.

La analogía espiritual es evidente. En el Antiguo Testamento, Dios se manifestó a los hombres de diversas maneras: a Abraham por medio de mensajeros celestiales, a Moisés en la zarza ardiente. Pero Dios es tan grande que los intimidaba. No obstante, siglos más tarde, el ángel del Señor se apareció a los pastores y les anunció: «Os ha nacido hoy en la ciudad de Belén un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lucas 2:11).

En efecto, Dios se hizo hombre para que no tuviésemos miedo de acercarnos a Él.

Paul R. Van Gorder

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