Abstinencia de palabras e imágenes: Ver, Juzgar y ¡Actuar!

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Estamos saturados de imágenes, palabras, informaciones, ruido y activismo. Se hace difícil darnos tiempo para el silencio, la reflexión, la soledad, la serenidad interior.

Con la rápida extensión de Internet, tienes acceso a todo lo que quieras, desde investigaciones científicas y entretenimiento, hasta las cosas más irreales y negativas. Te comunicas con quien quieras, pero puedes encerrarte en ese mundo y aislarte de tu familia.

En una reunión con niños de la Costa de Chiapas, les pregunté cuántas horas al día veían televisión. La mayoría, tres y cuatro. Uno dijo que, en vacaciones, pasaba siete horas ante el televisor.

Apenas despiertan, muchos encienden la radio o la televisión, y casi no la apagan hasta la noche. Con los audífonos pegados casi todo el día, los jóvenes se abstraen de lo que pasa; nada ni nadie les importa, más que su música. Se empeñan por tener el aparato más moderno y con más capacidad de memoria, al que le caben miles de melodías, y con el que tienen una gran variedad de opciones. En ello se refugian, para no pensar, no analizar, no reflexionar. Les fascinan las discotecas, donde el volumen invade todo su ser. Huyen del silencio, porque quizá les aterra su vacío interior.

Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

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