La obediencia del perro

Leslie Dunkin contó de un perro que tenía cuando era muchacho. Su padre, de vez en cuando, probaba la obediencia del perro. Colocaba un tentador trozo de carne en el piso y daba esta orden: «¡No!». El perro, que debe haber tenido una fuerte urgencia de tomar la carne, terminaba en una posición muy difícil: obedecer o desobedecer la orden de su amo.

Dunkin dijo: «El perro nunca miraba la carne. Parecía que pensaba que si lo hacía, la tentación de desobedecer sería demasiado grande. Así que miraba fijamente a la cara de mi padre.»

Dunkin, entonces, hizo esta aplicación espiritual: «Hay una lección en eso para todos nosotros: Siempre mira el rostro del Maestro.»

Richard De Haan

Sin etiquetas para esta publicación.

Deja un comentario