Una mañana, cuando nuestra nieta Julia estaba bien pequeña, ella y su abuelita estaban leyendo la Biblia juntas. Llegaron al conocido versículo que dice: «Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios» (Romanos 3:23).
Julia de repente saltó del sofá y corrió para buscar la Biblia gastada y marcada de mi padre que yo conservo sobre un estante en mi oficina y que le había mostrado esa misma mañana. «Es muy vieja», le dije solemnemente.
Ella tomó la antigua Biblia en su mano, corrió de vuelta hacia su abuelita, y emocionada buscó Romanos 3:23 y le leyó: «Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.»
«Sí -dijo triunfante- ¡dice lo mismo en esta también!»
El pecado ha estado con nosotros desde antaño y estará con nosotros mientras vivamos en esta tierra. Pero hay algo más antiguo que el pecado, algo que dura más que él. Según la escritora de himnos Julia Johnston, es la «maravillosa gracia de nuestro amante Señor, gracia que excede nuestro pecado y nuestra culpa». El himno concluye diciendo: «Gracia, gracia, la gracia de Dios, gracia que perdona y limpia por dentro; gracia, gracia, la gracia de Dios, gracia que es mayor que todo nuestro pecado.»
Porque Dios nunca nos abandona, ni nos deja sin amparo. Si seguimos leyendo: «siendo justificados gratuitamente por su gracia, por medio de la redención que es en Cristo Jesús.» (Romanos 3:24)
¿Has recibido la gracia de Dios?
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