Un orador espontáneo de los que se levantan en el Hyde Park, de Londres, argüía en contra de los milagros de Cristo, arremetiendo especialmente contra el de la transformación del agua en vino en las bodas de Caná.
«No es para tanto -replicó un obrero de entre el auditorio-, si usted quiere llegarse a mi casa le enseñaré un milagro mayor que Cristo ha hecho: le mostraré cómo Él ha convertido el vino en vestidos, sillas, alfombras y un piano.»
Después explicó que él mismo había sido un empedernido borracho, incapaz de reformarse a sí mismo, como tantas veces se había propuesto, pero que había sido transformado por el poder de Cristo desde el día que acudió a Él pidiéndole que entrara en su corazón.
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