Esperaré a que crezca el árbol y me dé sombra,
pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial y me dé agua,
pero despejaré mi cauce de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte la aurora y me ilumine,
pero sacudiré mi noche de postraciones y sudarios.
Esperaré a que llegue lo que no sé y me sorprenda,
pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.
Benjamín González Buelta
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