La historia del actor Charlton Heston ilustra nuestra necesidad de hacer todo lo que podamos y confiarle a Dios lo que no podemos.
Durante la filmación de la gran película épica Ben Hur, Heston trabajó largas horas con los entrenadores para aprender a manejar un carro para la escena crucial de la carrera de carros. Mejoró mucho su manejo de los caballos y el carruaje, pero finalmente se convenció que la tarea era un desafío mayor de lo que había previsto inicialmente. Se aproximó al legendario director de la película, Cecil B. De Mille para hablarle acerca de la escena.
«Señor De Mille,» -le dijo- «he trabajado duramente para manejar este carruaje y creo que puedo hacerlo con toda soltura en esta escena. Lo que no creo es poder ganar la carrera.»
El director le contestó: «Usted conduzca solamente. El resto lo hago yo.»
Dios tiene diferentes formas de dirigir las distintas carreras que hacemos en el transcurso de nuestra vida. Él confía que hagamos nuestra parte de dominar el carro. Nosotros debemos confiar en que Él determinará el resultado de la carrera. Como dijo una vez un ingeniero: Dios provee la energía inicial, nosotros la producción, y Dios da el resultado final.
El mayor acto de fe para el hombre es reconocer que no es Dios.