Empiezo a hacer las cosas hoy

Thomas Carlyle había terminado el tremendo manuscrito de la Revolución Francesa. Se lo pasó a su vecino, John Stuart Mill, para que lo leyera. Unos días después, John fue a casa de Thomas pálido y nervioso. Su sirviente había usado el manuscrito para encender la chimenea. El pensamiento de iniciar de nuevo el manuscrito había sido paralizante.

Pero un día en que Thomas transitaba por las calles, observó cómo un albañil construía un muro, de un ladrillo a la vez. Tomó la inspiración de esta experiencia y decidió hacer una página hoy y otra mañana. Comenzó, despacio. La tarea fue tediosa, pero el resultado grandioso: ¡una mejor obra que la previa!

Decido hacer las cosas hoy. Me digo a mí mismo: «Tengo una tarea de gran importancia, no debo detenerme. El solo hecho de haber empezado, me pone a mitad del camino. Puedo sentir la energía, al iniciar esta tarea que el Señor me ha instruido. Muy dentro de mí, tengo la conciencia de que he tomado la decisión correcta y que voy en la dirección acertada. No voy a dejar que nadie ni nada me detenga, distraiga o desanime. Doy Gracias a Dios ya que Su Espíritu en mí es el sustento y sostén que me da la energía y dirección para terminar lo que he iniciado.».

«El que mira al viento, no siembra, y el que mira a las nubes, no cosecha.» (Eclesiastés 11,4)

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