Mientras Jacqueline Kennedy participaba con tristeza del funeral de su esposo, sus pensamientos vagaron hasta sus dos hijos, Caroline y John. Sólo horas después de la lúgubre ceremonia, y aún vestida de negro, Jackie celebró los tres años de edad que cumplía John con una fiesta en la Casa Blanca.
Desde que eran pequeños, pasando por la adolescencia y hasta el momento en que abandonaron el hogar, para Jackie sus hijos fueron la prioridad. Le molestaba que la prensa los persiguiera tanto como a ella.
«Creo que de cualquier manera la crianza de los hijos es bastante difícil. Y todo el mundo sabe que ser el centro de atención es la peor cosa para ellos. O bien llegan a consentirse o salen lastimados», le confió una vez Jackie a una amiga. «Los niños necesitan el afecto y la dirección de su madre y pasar largos períodos con ella. Eso es lo que les da la seguridad en un mundo a menudo confuso».
La realidad es que los nietos también crecen. No siempre estarán dispuestos para abrazar a sus abuelos. Cuando crecen, no les pedirán que les lean un cuento antes de ir a la cama. Estarán demasiado entretenidos con sus amigos como para hornear galletas. Preferirán montar a bicicleta, en patines o patineta en vez de salir a pasear.
Disfrute de los dedos pegajosos y las interminables preguntas mientras dure. Valore las interrupciones y las peticiones a medianoche. Cuando Dios nos envió a los nietos, no tenía la intención de que se quedaran pequeños para siempre.