Una pulga preguntaba a un buey:
– ¿Qué sucede contigo, que siendo tan enorme y fuerte, te rindes a los maltratos de los hombres y eres su esclavo día a día, mientras yo, siendo una criatura tan pequeña, despiadadamente me alimento de su carne y bebo su sangre en cualquier momento?
El buey contestó:
– No deseo ser desagradecido, ya que yo soy amado y bien cuidado con cariño por los hombres, ellos a menudo me acarician frotando mi cabeza y hombros.
– ¡Qué malo sería eso para mí! -dijo la pulga- Esa caricia que te gusta, si me la dieran a mí, traería mi destrucción inevitable.
Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.
Esopo
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