Me he preguntado muchas veces: ¿Por qué los hombres, cuando van a un banquete, saben disfrutar del comer y del beber y, en cambio, cuando van a una iglesia, se aburren soberanamente?
¿Será más importante alimentar el cuerpo que alimentar el alma? El hombre es cuerpo y alma. El cuerpo es mortal, el alma no muere. Por eso, lo lógico sería que, si siento gusto y apetito por comer y beber bien, debería sentir un apetito infinitamente mayor por las cosas del espíritu, por alimentar mi alma.
Pero, ¿por qué sentimos hambre y sed de las cosas materiales, las cosas del cuerpo, y no sentimos hambre y sed de los valores del espíritu? ¿Será porque nuestra alma está muy enferma?
Orar es amar y ser amado. Si te aburres rezando, yendo a misa, es que ya no amas.
P. Mariano de Blas LC