La gente decía que Napoleón ganaba las batallas porque tenía un «geniecillo» que le acompañaba.
Napoleón respondía:
«No se trata de ningún duendecillo que me trae ideas luminosas en el momento preciso. Se trata de que yo no haga nada sin plantearlo todo cuidadosamente. Porque en las batallas de la guerra, como en todas las demás de la vida, nada sale bien si no se plantea cuidadosamente, y si no se lucha duro y sin cansarse hasta conseguir el éxito deseado.»