¿Cuántos momentos de vida experimentamos hoy, en la última semana ó mes? ¡No recuerdo! Es cierto, porque la mayoría de nosotros estamos tan ocupados viviendo la vida que lo que realmente hacemos es no vivir sino ponernos al día. Estamos tan condicionados a creer que si nos ponemos al día ahora, podremos vivir después… y eso no es cierto.
Demos un paso atrás, sentémonos, respiremos profundo. El mundo continúa como siempre. Nada cambió porque tomamos un respiro. ¿Cuándo fue la última vez que tomamos tiempo para oler una flor, caminar descalzo sobre la hierba con rocío, disfrutar del balbuceo de un bebé o simplemente disfrutar del aroma y sabor de nuestro café? Casi me parece oírle decir: «Vaya, no recuerdo».
La vida tiene ritmo rápido y nunca acaba. Es una lista de cosas por hacer que comienza y nunca termina. No hay receta para ser un hijo o hija, padre o madre, o cónyuge perfectos. Estos roles han evolucionado a lo largo de las edades y todavía siguen evolucionando. Lo que el mundo necesita es más amor, más atención, más seguridad y sobre todo, más gente amorosa alrededor. Dios podrá estar ocupado a veces pero Él nos ha diseñado tan exquisitamente para ser sus mensajeros de amor, paz y cuidado.
Así que, cada vez que podamos, sonriámosle a alguien que menos lo espera. Démosle a nuestro hijo un abrazo inesperado, tomemos la mano de nuestro cónyuge, llamemos a nuestros padres, enviémosle a alguien un bonito mensaje. Adelante, hagamos esto y muchos más gestos pequeños. Podemos estar seguros de que hemos plantado una sonrisa en el alma de alguien.
Adelante, comencemos a contar nuestros momentos tiernos. Confíen en mí, ¡pronto tendremos muchos!
Annie Abraham