En nuestro caminar cristiano, muchas veces llegamos a poseer una cantidad de principios, fórmulas y métodos, pero carecen de verdadero poder. Esto también se aplica a las enseñanzas sobre la fe, la oración, la alabanza, la meditación, los estudios bíblicos, la confesión, la guerra espiritual y todos los otros preceptos sobre los que hemos escuchado y asimilado. Todo es bueno, y necesitamos saber acerca de ello, pero por sí solo no puede resolver nuestro problema.
Debemos recordar que, aún con lo buenas que son estas disciplinas, sólo son canales para recibir al señor. No son de ninguna ayuda si no están conectadas a la fuente de poder divino.
Nos conectamos a través de una relación personal con Dios, lo que demanda tiempo. Nunca lograremos una verdadera victoria perdurable en nuestra vida cristiana, si no tenemos un tiempo de comunión privada y personal con el Señor. Él tiene un plan especial, único para ti. Si se lo pides, Él se acercará a tu vida y tendrá una relación íntima contigo. Él te enseñará y te guiará en el camino que debes recorrer.
Aprende a responder con prontitud a la guía del Espíritu Santo. Apártate con Él a solas, y serás recompensado en abundancia.
Es sólo en la presencia del Señor donde recibimos Su poder.