Una mujer llamada Ana Smith llegó al hogar de una familia muy pobre en donde el jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores. La mujer entró a visitar este hogar con el propósito de hablarles algo acerca de Cristo. Pero el hombre de muy mal talante dijo a la mujer: «No quiero que nadie ore aquí ni lea la Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas.»
Inmediatamente Ana Smith aseguró al hombre y a la esposa afligida que haría algo para ayudarlos, y se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia. Cuando la señora Smith regresó, el hombre que bruscamente le había prohibido que orara o leyera la Biblia le dijo: «Léame por favor la historia del Buen Samaritano.» La señora Smith lo hizo con gusto, y cuando terminó de leer dijo el enfermo: «He visto muchos sacerdotes y levitas, pero nunca antes había visto un buen samaritano.» La amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron por causa de una buena acción de una cristiana.
Del libro «500 ilustraciones» , de Alfred Lerín