– «¿Por qué Dios no dice a alguien que te dé unos zapatos nuevos?» -preguntó un bromista a un niño pobre, quien, en pleno invierno, iba con los pies descalzos-.
– «Pues, Él lo ha dicho muchas veces… Sólo que las personas se tapan siempre los oídos, como tú ahora».