Vivir con la seguridad de la fe y la fuerza de la esperanza no es motivo de orgullo, pero sí de gran satisfacción. Por eso no extraña que el célebre Fernando de los Ríos dijera una vez a Manuel de Falla:
– Qué feliz es usted por creer.
Y Falla le contestó:
– Don Fernando, empiece usted por practicar; hay quien nace con fe y otros tenemos que luchar por mantenerla.