Una joven deseaba entrar en una comunidad religiosa y, para probar su vocación, la superiora le pintaba con negros colores el rigor del claustro.
– «Madre -le dijo la joven-, si es cierto todo eso, no tengo sino que haceros una pregunta: ¿hay aquí algún crucifijo?»
– «Sí, el crucifijo lo encontrarás en todas partes» -obtuvo por respuesta.
– «Pues bien, espero que nada me será difícil teniendo a mi lado el crucifijo».
Fr. Eusebio Gómez Navarro, OCD