Los peregrinos de Tierra Santa se extasiaban ante los lugares por donde había pasado Jesús.
El guía les llevó a una iglesia pequeñita y les dijo: «Aquí está Jesús vivo y presente, solo en el Sagrario, esperándonos a que viniéramos.»
Pero la gente ya estaba acostumbrada a ver a Jesús así y no se entusiasmaron.