Un comisario de policía entró un día en la Casa del Moribundo, en Calcuta, para tramitar la expulsión de las Misioneras de la Caridad.
Vio allí a Madre Teresa, que con gran ternura curaba las heridas de un hombre en las que pululaban los gusanos.
El comisario estuvo observando un rato. Después se dirigió al denunciante: «Echaré de aquí a esta mujer cuando vuestras madres y hermanas vengan y hagan su trabajo.»