Un hombre de Marsella, caminando a la par del padre Calage, el gran amigo de los pobres, le gritó bruscamente:
– ¡Te odio!
– Pues, si supieras cuánto te amo… -le respondió el humilde sacerdote.
Un hombre de Marsella, caminando a la par del padre Calage, el gran amigo de los pobres, le gritó bruscamente:
– ¡Te odio!
– Pues, si supieras cuánto te amo… -le respondió el humilde sacerdote.