El día 30 de enero de 1948, fue asesinado Gandhi. Cuando cayó bajo las balas sus últimas palabras fueron: «¡Oh Dios! ¡Oh Dios!»
En la mañana de aquel mismo día, Gandhi oró con la plegaria de este antiguo himno gujarati: «Ya te sientas fatigado o no, ¡Oh hombre!, no descanses; no ceses en tu lucha solitaria sigue a delante y no descanses. Caminarás por senderos confusos y enmarañados y sólo salvarás unas cuantas vidas tristes… ¡Oh hombre!, no pierdas la fe, no descanses. Tu propia vida se agotará y anulará, y habrá crecientes peligros en la jornada… ¡Oh hombre!, no descanses; procura el descanso a los demás».
Esta es una de tantas oraciones que se han pronunciado en la historia. Desde los comienzos de nuestra historia hasta nuestros días el ser humano ha orado, ha acompañado al caminante durante toda su vida. La historia de las religiones, es en gran parte, historia de la oración.
Orar supone llevar una vida de sacrificio, de valentía, de esfuerzo y de no descansar nunca.
Fr. Eusebio Gómez Navarro, OCD