Un europeo incrédulo viajaba por África, y una madrugada encontró a uno de los guías de la caravana abismado en la oración. Le preguntó con cierta ironía:
– ¿Y cómo sabes tú que realmente existe Dios?
El árabe le dio esta magnífica respuesta:
– Mirando la arena del Sahara descubro por las huellas, si un hombre o una fiera pasó por ahí. De la misma manera, si veo el mundo, por las huellas que en él descubro adquiero la certeza de que por allí pasó Dios.