Hay una anécdota según la cual, yendo la Madre Teresa a hacer las escrituras de una de las fundaciones, preguntó al escribano, después de hechas, cuánto eran sus honorarios, a lo que éste le contestó con desparpajo:
– Solamente un beso.
Y la Santa se lo dio, natural y sonriente, al tiempo que exclamaba:
– Nunca una escritura me salió tan barata.
Dino Simplici
Te podes imaginar el valor de ese beso?
Saludos 🙂