Era un rey que tenía montones de joyas. Un día el diamante más grande se cayó al suelo, pero nadie pudo encontrarlo.
A medianoche, un ratoncito andaba buscando algo para comer y vio el diamante; trató de empujarlo hasta su agujero, pero no pudo. Llamó a varios ratoncitos y, empujando todos, lograron meter el diamante por el agujero, pero cayó tan profundo que jamás lo pudieron alcanzar.
Entonces un ratón preguntó:
– ¿Para qué sirvió empujar tanto?
Nadie tuvo una respuesta apropiada.
Normalmente entiendo estas cosas, esta vez no fue asi.