«El niño que nunca ha recibido un «no» por respuesta se convierte en un tirano o en un apático»
Entrevista a Rocío Ramos, Psicóloga.
¿Sabe? Mis hijos se esconden tras la puerta para ver su programa.
Hay muchos jóvenes que me paran por la calle. Nunca pensé que llegaríamos a ese nivel. Me cuentan que después del programa hay debates en casa, sobre los padres, sobre los hijos, sobre los límites. Me parece muy positivo que un programa genere esa conversación familiar.
¡Esos niños de su programa! Parecen las ratas de Skinner, que con estímulos llegan a la comida a través del laberinto.
Paso diez días dentro del programa. Hay un punto importante que quizá no queda claro: es tan importante saber controlar una situación de conflicto como entender por qué se produce. Para eso hay que escuchar a los niños.
Muchos padres creen que su papel es ser amigos de sus hijos.
Terrible moda. Venimos de una etapa autoritaria, y pasamos a un todo vale, y ahora volvemos a un punto intermedio. Estamos recuperando conceptos como la disciplina, la autoridad y el límite. Los hemos redefinido, y vemos que se funciona mejor, con más eficacia y sobre todo que los hijos se adaptan mejor a la realidad.
Tenemos tendencia a evitar el «no» y la disciplina.
Eso tiene consecuencias. Cuando sea mayor el niño no va a entender el «no». Se puede convertir en un tirano, o en un ser apático. Son los dos comportamientos que se derivan de no poner límites. Un niño sin límites ni se siente seguro ni se siente protegido. Decir «no» también es educar.
Los padres se dan cuenta de que los hijos no saben decir que «no» a ofertas a las que deben decir «no».
Ésa es una de las demandas más altas. Yo creo que la autoridad es algo que los padres tienen que recuperar, una autoridad sin complejo de culpa. Si no se ponen límites a los hijos, los niños entienden que no se les protege, y entonces se protegen ellos solos.
¿Cómo se enseña a decir que «no»?
Comienzas a educar desde que tienes a tu hijo en los brazos. La edad crítica para trazar límites es entre cero y seis años. Si le niego un caramelo en un súper le estoy enseñando que no todo lo que quiera lo va a tener ya. Hay que facilitarles experiencias en las que no consigan todo lo que quieren. Tolerar la frustración les enseña a canalizar su ansiedad v su agresividad.
La familia educa, la escuela instruye. ¿Es válido ese reparto de papeles?
Todo adulto que tiene que ver con el niño le está educando, así que tenemos que encontrar un punto en el que trabajamos todos. Hay que volver a investir de autoridad al profesor. Los padres deben sentarse con el profesor y llegar a un punto de acuerdo.
Echamos la culpa de la mala educación a la televisión, a los videojuegos…
Hay que educar para la responsabilidad. Hay que educar a los hijos para las cosas que se van a encontrar. Como todo, en la formación es fundamental el acompañamiento, estar con ellos, contarles tú lo que se van a encontrar.