En el ruido de los vientos.
En el trinar de las aves.
En el ruido constante de la ciudad.
En el amigo que me acompaña y me saluda.
En la gente que camina aprisa a su faena.
En el saludo atento y respetuoso de mi jefe.
En el apretón de manos de mi compañero de trabajo.
En el escuchar la alegría de la gente que trabaja.
En el que trabaja con conciencia y dignidad.
En la sonrisa amable de una dama.
En el plato repleto de alimento.
En el momento preciso de iniciar las labores del día.
En el momento preciso de terminar la jornada diaria.
En la persona desconocida que me saluda por la calle.
En la tierna voz de los niños.
En el sollozo de un recién nacido.
En el atardecer y anochecer del día.
En el llegar a casa y ver la televisión junto a la familia.
En el ser amable ante una mirada de dureza.
En el aceptar a los demás con sus indiferencias.
En el sonreír en lugar de experimentar el odio y la venganza.
En el aceptarse a sí mismo tal y como se es y sin presunciones.
En el vivir para servir aunque nunca sea reconocido.
En el sentir en todos los ambientes Su presencia.
¡De verdad que hoy me topé con Dios!