No hay nada que me recuerde más mi infancia que el Mapa en Relieve y el «Hipodromo del Norte». No se porqué se le llamaba hipódromo si nunca supe que se corrieran caballos allí, aunque según cuenta la leyenda alguna vez así fue, al final de la avenida Simeón Cañas se encuentra este parque que me ha visto crecer en todos los sentidos.
Cuando era pequeño, el solo hecho de llegar, subido en mi bicicleta «californiana» y recorrer toda la Simeón Cañas era el preámbulo para una fabulosa tarde, como en el mapa no dejaban entrar en bicicleta, me iba a jugar al hipodromo, donde otra treintena de niños como yo pedaleabamos como descosidos bajo la mirada vigilante de nuestras madres.
Luego la californiana quedó muy pequeña para mi y fue cuando la bmx con llantas especiales para saltar y aros reforzados fue la que me condujo nuevamente hasta el mapa en relieve, quien al igual que años antes, seguía siendo testigo de mis acrobacias en la bicicleta y de las enterradas de cara que me fui a dar en sus calles.
Cuando tuve edad suficiente me dejaron ver, al principio, y luego que aprendí, pude participar en los juegos de ajedréz que se organizaban los fines de semana y posteriormente en forma conjunta a mi cambio de voz, pude participar de los campeonatos dominicales, nunca gané nada pero esos días fueron fabulosos, donde se respiraba aire puro en la ciudad, donde los juegos de ajedrez eran interrumpidos únicamente por el sonido del tren del hipódromo que en sus vagones en miniatura llevaba a una chirisada encantada del breve viaje.
El tiempo pasó y las bicicletas quedaron en el cuarto de atrás y entonces al aparecer los primeros vellos faciales, fue en los repasos de marcha del colegio, los que me llevaron nuevamente a dar vueltas y vueltas al mapa en relieve (aún no entiendo porqué se marcha para el 15 de septiembre).
Un día me vi en la universidad, pero antes la metida de la primera y los cambios de closh fueron los que me llevaron una vez más al mapa en relieve, así como varios años antes me había visto dar vueltas en mi californiana y luego en mi bmx, ahora es testigo de como me dedicaba a arruinar la caja de cambios del carro donde estaba aprendiendo a manejar, seguramente se rió al ver que necesitaba de toda la calle para estacionarme y de como se me apagaba el carro en cada alto que hacía.
Con el tiempo, volvió a verme llegar, pero ahora acompañado de mis traidas con las que salía en esa época de adolescente y luego de joven adulto, cada vez más y más traidas hasta que al fin, le pude presentar a mi primera novia formal y luego a otra novia formal y luego a la mujer con la que según yo iba a pasar el resto de mi vida.
Ahora que vivo lejos, ya tengo mucho tiempo de no ir al mapa y al hipódromo y es que como en muchos lugares de la ciudad, la delincuencia y la violencia se ha apoderado de estos lugares. Y me pregunto, ¿donde jugarán los niños?, ¿a donde irán los fines de semana a montar bicicleta, donde aprenderán a manejar y a donde llevarán a sus amores platónicos? creo que esos tiempos ya no volverán.
Por eso quiero rendir un homenaje al Mapa en Relieve al Hipódromo al Trapo Torrebiarte, al Gálvez Sobral y a la Simeón Cañas por haber sido fieles testigos de mi infancia y haberme acompañado en cada momento importante de mi vida. Ojalá que sigan allí para lo que aún falta y para las nuevas generaciones.
Hoy los visito nuevamente, desde la magia del internet, gracias a la tecnología satelital y a Google Maps.
En ese blog retomaré mi afición a expresarme escribiendo y que mejor que hacerlo diciendo GRACIAS PEPE !!! porque estoy segura de que como a mi les has hecho recordar a muchos, aquellos momentos magicos de la infancia y de la adolescencia que vivimos en el Hipodromo de Norte.
Mis recuerdos estan acompañados de la presencia de mi viejito, que en ese entonces, joven y fuerte llevaba a su nena a ver los partidos de beis y a montar caballo (bueno a que el chavo le jalara la pita al caballo para que éste caminara)… tambien a subirse al resbaladero «GIGANTE» y otros tantos juegos mecanicos tipo feria que habia (hay?).
El mapa siempre me resulto imponente, siempre encontraba algo nuevo, algo que aprender.
Mas adelante ya adolescente el Hipodromo fue escenario de un amor de juventud…. bueno de dos !!
El primero un jovencito de la banda de un prestigiado colegio capitalino, formado en su uniforme impecable y yo la noviecita enamorada que se echó caminando todo el desfile del 15 (y yo tampoco entiendo porque se desfila ese dia….!!!) con tal de que mi entonces novio viera cuanto lo amaba.
El segundo, un joven extranjero mayor que yo como 2 años, el que yo pensé sería el amor de mi vida…. pero mejor alli la dejamos con la segunda historia que ni al caso…
En fin que lugar tan mágico y que triste que nadie haga nada para preservar estos sitios que son patrimonios nacionales, no puede ser que en lugar de familias felices hayan delicuentes sin oficio ni beneficio viendo a quien le hacen daño y lo peor de todo que no haya quien haga nada por arreglar la situacion.
Bueno, yo tambien quise compartir un poquito de lo que ha significado este lugar en mi vida.
Hasta Pronto.
Mariamer