El relojito

Un relojito que acababa de ser terminado por el relojero, fue puesto en una repisa en la bodega, junto a dos relojes mayores que estaban muy ocupados marcando los segundos con su tictac.

– Bien -dijo uno de los relojes al recién llegado. De modo que te has iniciado en este trabajo. Lo siento por ti. Ahora estás dando tu tictac con mucho entusiasmo, pero ya te cansarás cuando hayas marcado treinta millones de tictacs.

– ¡Treinta millones de tictacs! -dijo asustado el relojito. ¡Yo jamás podré hacer eso!

E inmediatamente se detuvo desesperado.

– No seas necio -le dijo el otro reloj en ese momento. ¿Por qué prestas oídos a tales palabras? La cosa no es así. Lo único que tienes que hacer, es dar un tictac en este momento. Eso es fácil, ¿verdad? Enseguida das otro, lo que es tan fácil como el anterior, y así sucesivamente.

– ¡Ah! Si eso es todo -gritó el relojito-, se hace fácilmente, así que ¡aquí voy!

Y comenzó con nuevo entusiasmo a hacer un tictac a la vez sin pensar en los meses, ni en los millones. Al final de un año, había hecho más de los 30,000,000 de vibraciones sin darse cuenta de ello.

Deja un comentario