No juzgues sin conocer

Un chico de unos 25 años estaba con su padre en el autobús. Mirando por la ventana gritó: «Mira Papá, ¡los árboles corren detrás de nosotros!». Su padre le miró y sonrió.

Una pareja de jóvenes sentados cerca se rieron de la actitud infantil del chico y murmuraron que ya no tenía edad para ese tipo de conducta.

Un poco después, el chico volvió a gritar: «Mira, papá, ¡las nubes también nos siguen!». El padre lo miró y volvió a sonreír.

La pareja no pudo resistirse y le dijeron al hombre:

– Deberías llevar a tu hijo a un buen médico.

El hombre sonrió y les contestó:

– Ya lo hice. Estamos volviendo del hospital. Mi hijo se quedó ciego de pequeño y hoy por primera vez en muchos años puede ver.

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