La buena vida

Un popular chiste en Internet dice algo así:

Una secretaria, un asesor legal y un socio de una gran empresa jurídica se dirigen a almorzar cuando encuentran una antigua lámpara de aceite. La frotan y aparece un genio en una nube de humo.

Este dijo:

– Por lo general concedo sólo tres deseos, de modo que daré uno a cada uno de ustedes.

– ¡A mí primero! -dijo la secretaria-. Quiero estar en Bahamas, conduciendo una lancha de motor, olvidada del mundo.

Enseguida la mujer desapareció.

– ¡Sigo yo! -exclamó el asesor legal-. Quiero estar en Hawai, relajándome en la playa con mi masajista personal, un suministro inagotable de piñas coladas y el amor de mi vida.

Y también se esfumó.

– ¡Tú eres el próximo! -indicó el genio al socio.

Este último dijo:

– Quiero a estos dos en la oficina, en cuanto termine mi almuerzo.

Por generaciones se nos ha dicho que podemos «obtenerlo todo», pero hay mucho por hacer. No contamos con el tiempo suficiente y menos, con una lámpara mágica que lo haga por nosotros. Sin embargo, no querríamos todo eso, si pensáramos que no nos iba a producir bienestar.

No obstante, dicen los que saben que existe un sendero más simple para una vida feliz. Es factible tenerlo «todo»… si permitimos que Dios sea nuestro «todo».

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