Como el aire

Un Joven fue donde su maestro y le dijo: «Maestro, quiero encontrar a Dios». El maestro, sonríe. Y como hacía mucho calor, invitó al joven a acompañarlo a darse un baño en el río. El joven se zambulló, y el maestro hizo otro tanto. Después lo alcanzó y lo agarró, teniéndolo por la fuerza debajo del agua.

El joven se debatió por algunos instantes hasta que el maestro lo dejó volver a la superficie. Después le pregunta qué cosa había deseado más mientras estaba debajo del agua. «El aire», respondió el muchacho.

Muchas veces olvidamos que tenemos el aire y cuánto dependemos de él hasta que nos hace falta. Es igual con Dios, gran cantidad de personas simplemente ignoran su necesidad y hasta su existencia hasta que se ven con el «agua hasta la cabeza».

Por eso te pregunto, así como deseabas el aire cuando estabas bajo el agua, ¿deseas a Dios de la misma manera? Si lo deseas así, lo encontrarás. Pero si no tienes esta sed ardiente, de nada te servirán tus esfuerzos y tus libros. No podrás encontrar a Dios, si no lo deseas como el aire para respirar.

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