Garantía

Una de las cosas que menos me gusta hacer, es ir a algún lugar y devolver o cambiar algún artículo que compré. Verdaderamente me disgusta tener que hacer uso de las «Garantías».

En una ocasión, al trabajar en una constructora, mi jefe me pidió que fuera a una reconocida tienda a cambiar una cámara digital que no le había gustado y, como era mi jefe, no me quedó más remedio que ir.

Él me dio la cámara en su caja intacta, y me dio un «papelito» (Garantía de Compra) donde decía el precio de la misma y donde se estipulaba que si no estabas satisfecho totalmente con el producto que adquiriste, o si algo no le funcionaba, tenías todo el derecho de ir a la tienda y cambiarlo por otro, o de recuperar el importe que habías pagado por éste.

Llegué a la tienda de artículos para oficina y papelería en general (por cierto, muy grande y reconocida internacionalmente) y me acerque a un mostrador que decía «Cambios y/o Devoluciones». Yo, aún con un poco de pena, me acerqué al mostrador y apenas iba a decirle al joven lo que acontecía, cuando él casi me arrebato la palabra y me dijo: ¿Va a devolver ese artículo? ¿Trae su nota de compra? ¿Quiere otro o desea que le reembolsemos su dinero?

La verdad, casi me quedé muda. Yo ya llevaba preparada toda una historia para casi hacer llorar al joven y persuadirlo de que me la cambiara, pero no fue necesario. La tienda no iba a comprometer su «nombre» ni su prestigio de años por una simple cámara. Así que tomé el dinero que me reembolsaron y ¡salí de la tienda feliz!

De igual manera ocurre con Dios. Él nos ha dejado varios «papelitos» de garantía que van respaldados por Su palabra; es decir, llevan el sello de Su personalidad, y Él no comprometerá su esencia, ni Su prestigio de años (una eternidad para ser exactos). Así que si Él nos prometió algo, ¡no dudes! ¡Él lo cumplirá! Y si estamos dudosos alguna vez, sólo vayamos y veamos la garantía que nos dejó, y así podremos decirle: Tú lo dijiste, así que sé que lo cumplirás.

Eunice Rodríguez

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