Un Hombre de Negocios

Un hombre de negocios estaba en el embarcadero de un pueblecito costero cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios soberbios atunes.

El hombre de negocios felicitó al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.

El pescador replicó: – Oh, sólo un ratito.

Entonces el hombre de negocios le preguntó, por qué no se habia quedado más tiempo para coger más peces. El pescador dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.

El empresario volvió a preguntar: – ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?

El pescador contestó: – Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

El empresario dijo con tono burlón: – Soy un graduado de la Universidad y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande.

– Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas.

– Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a la Capital del País, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

– Pero, señor, ¿Cuánto tiempo tardaría todo eso?
– De quince a veinte años.
– Y luego ¿qué?

El hombre de negocios soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

– Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

– ¿Millones, señor? Y luego ¿que?

– Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.

– Pero, señor, perdería entre quince y veinte años para hacer lo mismo que ya estoy haciendo en este momento.

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