Paz en medio de la tempestad

Años atrás, cuando las travesías marítimas eran mucho más frecuentes que los viajes aéreos, un transatlántico se vio vapuleado por una tempestad. Durante dos días arreció el temporal. Los pasajeros estaban atemorizados.

Finalmente, un angustiado viajero se trepó hasta donde podía divisar al piloto. Al retornar al lugar de la nave donde se encontraban los demás pasajeros, los tranquilizó con las siguientes palabras: «¡Estamos bien! La nave llegará a puerto. He visto al piloto sonriendo.»

Cuando el Gran Piloto dirige nuestra vida, podemos sonreír a pesar de las tormentas, y en nuestra sonrisa, hallar paz.

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