La Casa del Artista

Cuéntase una historia que en una ciudad había un artista que todos los días iba hasta su estudio a pie. Y era común verlo parado frente a una casa abandonada.

Una casa que nadie daba valor. Una casa que, para algunos, daba espanto. Una casa sin conservación, sin pintura, descascada, ventanas cayendo, jardín que no era más jardín, era un monte de escombros.

Pero, a aquel artista, podía vérselo parado frente a aquella casa mirando por algunos minutos, contemplando. Después que miraba bastante para aquella casa, él seguía su trayecto. Varias veces él repetía ése ritual.

Causaba curiosidad porque no se trataba de una casa bonita. No se trataba de una casa antigua conservada que llamaba la atención por eso. Pero, así mismo, el artista gustaba de pararse enfrente de aquella casa y admirarla.

Después de algún tiempo, la casa fue vendida, y… ¿saben quién fue el comprador? ¡El artista! El artista que parara durante tantas veces frente a la casa, ahora la compró. Y después que la compró, semana tras semana, mes tras mes, la vieja casa fue adquiriendo una nueva apariencia reflejando el toque de su dueño, hasta que al final, en lugar de la vieja y mal vista casa, que muchos años manchara el vecindario, allí estaba una casa muy blanca de impresionante gracia y belleza.

Era la misma casa, pero ahora con un aspecto impecable que antes no tenía. Se tornó en centro de atención para toda la comunidad. Y todo eso, porque un artista la compró y pasó a vivir en ella y tomar a su cargo la construcción.

Mira si no es exactamente lo que Dios hizo por ti y por mí, o por lo menos lo que Él quiere hacer por intermedio de Cristo. Él quiere tomar la dirección. Y cuando Cristo toma la dirección de nuestra vida, todo se transforma.

Fue así con Saulo, el perseguidor transformado en Pablo cristiano. Él dijo: «Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.» Gálatas 2:20

Te convido a que permitas a este Gran Artista, Jesús, modelar, reconstruir, embellecer tu preciosa vida. Y en sus manos, Su Santo Espíritu, logrará la obra transformadora. Como lo hizo con Pablo, como lo quiere hacer con cada uno de nosotros. Porque nos ama. Él te ama. No dudes, no lo olvides jamás.

Deja un comentario