Los padres y la vocación de los hijos

La vocación es iniciativa divina; Él sabe qué es lo mejor para el que llama y para la familia. Los padres son colaboradores de Dios, y es ley de vida que los hijos abandonen un día el hogar paterno para formar un nuevo hogar, por motivos de trabajo o de estudio. Entonces ¿por qué han de poner trabas en el seguimiento de Cristo? Él «no separa jamás a las almas» (Josemaría Escrivá De Balaguer, Surco).

Los esposos cristianos -afirma el Concilio Vaticano II- son para sí mismos, para sus hijos y demás familia, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros predicadores y educadores de la fe; los forman con su palabra y su ejemplo para la vida cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir su vocación y fomentan con todo esmero la vocación sagrada cuando la descubren en sus hijos» (Decreto Apostolicam actuositatem).

No pueden ir más allá, únicamente han de formar bien su conciencia, y han de ayudarles a descubrir su camino, sin forzar su voluntad. Dios bendice el hogar donde nació una vocación fiel; es necesario protegerla como un gran tesoro.

Tomado de la Colección «Hablar con Dios», por Francisco Fernández Carvajal

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