Me pregunto ¿qué sucedería si tratáramos nuestra Biblia como tratamos nuestros teléfonos celulares?
¿Qué tal si lo lleváramos en nuestras carteras o bolsillos? ¿Qué tal si nos regresáramos a traerla cuando la dejamos olvidada? ¿Qué tal si la hojeáramos varias veces al día? ¿Qué tal si la utilizáramos para recibir todos nuestros mensajes de texto? ¿Qué tal si la tratáramos como que si no pudiésemos vivir sin ella? ¿Qué tal si la diéramos a los niños como obsequios? ¿Qué tal si la utilizáramos cuando vamos de viaje? ¿Qué tal si la utilizáramos en caso de emergencia?
Esto es algo que nos hacer pensar… hmmm… ¿dónde está mi Biblia?
Ah, y algo más, a diferencia de nuestro teléfono celular, no tenemos que preocuparnos jamás porque nuestra Biblia sea desconectada, ¡porque Dios ya pagó la cuenta!
Hace poco me topé con tu blog: se me hace original y creativo. En cuanto a lo de la biblia y los celulares… es cierto. Sería interesante ver en la calle vendedores con letreros tipo «Doble Saldo hoy, en el libro de Eclesiastes» o «Enchúlame la biblia, forros para el Buen Libro» o algo por el estilo. Saludos, de un católico no practicante (como los que sobran).